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Santiago, Chile
Magíster en Administración y Dirección de Empresas de la USACH. Ingeniero de Ejecución en Finanzas de la UDP.

viernes, 30 de mayo de 2008

El Umbral de Insolvencia

Se enseña en las aulas la correspondencia entre la liquidez y la rentabilidad, evocando el adagio a mayor riesgo, mayor rentabilidad. Sin embargo, cuáles son las implicancias de dicha sentencia para las labores del gerente de finanzas?

Al hablar de riesgo y rentabilidad, se hace alusión a propiedades o principios rectores que las hacen ser de manera particular. Por ejemplo, si una empresa ingresa a un sector industrial es porque obtendrá tasas de retorno que cubren el costo alternativo del capital más una ganancia. Si la empresa comienza a apalancar la rentabilidad mediante endeudamiento bancario, hará que el dueño del capital aporte relativamente menos recursos financieros y por tanto, obtendrá mejores resultados que si este financiamiento no existiere. Dicho de otro modo, en tanto la empresa aumenta la deuda, más levanta la rentabilidad del capital social o patrimonio. ¿Cuál es el riesgo?

La empresa comienza a ser conocida por los diferentes tipos de proveedores y acreedores que operan en la industria. El Interés de la empresa es que dichos acreedores sean una especie de “inversionistas” a los cuales deberá entregar parte de su beneficio en determinado momento mediante el pago por los servicios prestados. Son cooperadores para que el dueño obtenga la rentabilidad deseada. El problema surge cuando la empresa no es capaz de generar la suficiente caja para enfrenta las obligaciones acordadas con éstos “inversionistas”, los que en determinadas circunstancias decidirán no continuar cooperando económicamente con el negocio de la empresa.

El riesgo asociado a la rentabilidad, es la probabilidad que la empresa no sea capaz de responder a las obligaciones contraídas al momento de adquirir un activo y el peligro de esto, radica en que en determinadas circunstancias los acreedores pueden pedir la quiebra de la empresa. Es por eso que el gerente de finanzas debe establecer una correspondencia entre los diferentes componentes del activo y pasivo en base a los principios financieros[1]. De este modo, la deuda siempre está adecuadamente conformada cuando está definida respecto a la capacidad y momento en que el activo produce liquidez, y por ende, dicha deuda debería presentar un buen desempeño[2], hablando en un sentido económico. Es por esta razón, que el riesgo está conectado a una potencial insolvencia provocada por una inadecuada mezcla de financiamiento en cuanto a la capacidad y momento que posee el activo para crear caja.

Si en la teoría la relación riesgo – rentabilidad se correlaciona de manera directa, lo hace solamente cuando existe una estructura de financiamientos razonablemente adecuada respecto a la producción de liquidez del activo. Sin embargo, esta correlación es inversa cuando la empresa posee una insolvencia plena, es decir, cuando la empresa contiene en su estructura financiera un gen que la incapacita para cumplir con sus compromisos: a máximo riesgo, nula rentabilidad.

Ahora bien, si se lleva a la empresa a un laboratorio para conocer el riesgo límite necesario para obtener la máxima rentabilidad, debería modelarse una situación intermedia entre su correlación directa y el momento en que dicha correlación se hace inversa. En otras palabras, ¿cuál es el área en que la empresa es lo suficientemente ilíquido sin modificar el riesgo de default?

Para responder la pregunta, deben revisarse algunos aspectos que subyacen a las reflexiones anteriores. Si la empresa posee una posición de liquidez holgada, se puede inferir que no está alcanzando la máxima rentabilidad, pues como ya se ha devela, “el techo de la rentabilidad está momentos antes de que la liquidez caiga plenamente al suelo”. Entonces debe existir un área o si se quiere expresar: un borde respecto al momento y la cuantía necesaria para no caer en quiebra y no ser lo suficientemente líquido, de modo de no mantener saldos de caja no productivos.

Al recordar las razones que enumera el padre de la economía Mr. Adam Smith, relativas a las causas del por qué se posee dinero, permite responder las interrogantes planteadas. La empresa debe su razón de ser ante la oportunidad de obtener ganancias atractivas basadas en la explotación del negocio. En estas labores, la actividad financiera y económica arrojan determinados saldos de caja de tiempo en tiempo, saldos que son utilizados como medio de cambio, especulación o bien, seguridad. En atención a lo dicho, los únicos saldos efectivamente productivos son aquellos que se utilizan como medio de cambio o lo que es lo mismo: medio de pago. El resto de los motivos que ameritan tener saldos, no son productivos.

Toda inversión tiene un costo de financiamiento, si la empresa solamente es financiada por capitales del dueño, los saldos de caja poseen el más alto costo que pudiera tener esta inversión, por lo que mantener dichos saldos es la peor decisión racional que pudiera adoptar el gerente de finanzas. En cambio, si la empresa cuenta con endeudamiento, el costo del saldo de caja es la tasa ponderada de los capitales que financian, sin embargo, esta inversión no está aportando nada a la producción de la riqueza, por tanto, el costo pagado por estos saldos de caja no cuentan con un ingreso de fondos que la soporte y devengue alguna ganancia aunque no sea pingüe. Mantener saldos de caja en costoso y no reporta utilidad alguna, a no ser que dicho saldo se invierta en un activo ajeno a la explotación que reporte una tasa mayor al medio de financiamiento de dicho saldo, cosa que en la realidad no sucede. Por tanto, desde el punto de vista de la racionalidad pura, mantener saldos por especulación y seguridad aminora la rentabilidad, puesto que dichos motivos no contribuyen a la creación de la renta. ¿Cuál es el área o borde en que la empresa levanta la rentabilidad sin caer en riesgo de default?

El área en que la empresa está con cierto nivel de insolvencia, es cuando abandona las prácticas o políticas de mantener saldos de caja, ya sea por especulación o seguridad, puesto que malogran la rentabilidad. Solamente mantiene saldos de caja como medio de pago de los asuntos propios del negocio. Esta práctica significa que la empresa habita en el umbral de insolvencia, franja o ámbito que bordea la iliquidez sin afectar el riesgo de default, en donde se tiende a maximizar su correlación con la rentabilidad.

Entonces, al mencionar la relación riesgo – rentabilidad, se está diciendo que la rentabilidad alcanzada por una empresa, requirió de cierto nivel de insolvencia. De esto se deduce que, si la empresa muestra determinada cota de rentabilidad con una razón de liquidez holgada, implica que en el ejercicio de dichas labores, el gerente de finanzas optó por abandonar o alejarse del umbral de insolvencia.

Aunque esta relación está presente en secreto al interior del balance general de la empresa, el gerente de finanzas tiene la función de detectar dichas realidades al amparo de los principios financieros, con el fin de alcanzar niveles de rentabilidad superior.

El umbral de insolvencia -en el amplio sentido- es un motor adicional que permite mejorar la rentabilidad. Sin embargo, su aplicación depende del conocimiento de los principios financieros y cómo estos gobiernan las masas patrimoniales de la empresa. El umbral de insolvencia es sólo un concepto que habla de un proceso financiero específico y no aspira a representar algún aspecto teórico o imaginario de las labores del gerente de finanzas. Es más bien, una distinción técnica, de ejecución mediante el adecuado diseño de la ingeniería financiera de corto plazo, y busca apoyar la creación de valor en la dicotomía entre liquidez y rentabilidad.

[1]Los activos y pasivos de las empresas se conducen básicamente por dos principios financieros, a saber: fuerza interna hacia la liquidez y fuerza interna hacia la exigibilidad. Estos principios financieros hablan de la capacidad y momento que el activo posee para convertirse en efectivo o dinero, y en su contrapartida, la capacidad y momento que posee el pasivo para convertirse en exigible. Se habla de la capacidad del activo, al referirse a la cantidad de dinero que este es capaz de entregar a la caja. La capacidad del pasivo, tiene relación con el monto de dinero que exige aquel, para servir un compromiso de pago. Se habla de momento, para especificar el instante en que determinada cantidad de dinero generada por el activo, está realmente en caja, o bien, la fecha en que determinado monto debe ser extraído de la caja por exigencia del pasivo.

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